En este artículo, Célia Vepori Lucciardi, facialista y fundadora del Instituto A Perla Rara , nos revela cómo disfrutar del sol con seguridad.
La exposición al sol y el bronceado se pusieron de moda en 1920 de la mano de Coco Chanel. Pero en aquella época no podíamos saber las consecuencias de la exposición repetida a este cálido amigo, porque entonces usábamos sombrillas y sombreros de ala ancha para preservar la tez lechosa de las heroínas de las novelas.
Hoy en día, sólo el mundo occidental aboga por una tez bronceada y mate. En gran parte del resto del mundo ocurre lo contrario: una tez clara es un signo de belleza, pureza y éxito social.
En los últimos años han aparecido en el mercado numerosos complementos alimenticios solares para satisfacer esta demanda occidental.
Los rayos del sol se componen de varias categorías: infrarrojos, luz visible, ultravioleta, rayos X y rayos gamma.
Hoy vamos a desarrollar el eje de los ultravioletas cuáles son las radiaciones más nocivas de la lista. Se clasifican en tres tipos: UVC, UVB y UVA. Aquí hay algunos detalles.
La UVC es la radiación ultravioleta más peligrosa. Utilizados como germicidas en hospitales, atacan a las moléculas biológicas afectando el ADN, lo que les confiere un potencial cancerígeno muy importante. Afortunadamente, la capa de ozono impide casi en su totalidad su paso filtrándolos.
Los rayos UVB son los principales culpables de las “quemaduras solares”. Inducen la degeneración celular que conduce al melanoma, cáncer de piel. De hecho, generan trastornos moleculares que, a fuerza de repetirse, saturan el sistema de reparación del ADN y provocan “errores” en el genoma de las células afectadas.
Los rayos UVA provocan el envejecimiento prematuro conocido como actínico (es decir, debido al sol), así como la aceleración del desarrollo de las manchas pigmentarias. Aunque los rayos UVB son la principal causa de cáncer de piel, los rayos UVA también pueden contribuir. Están en el origen de la producción de radicales libres. Estas moléculas inician reacciones en cadena que alteran el ADN, las proteínas y los lípidos y generan células cancerosas. Ojo, estos rayos ultravioleta atraviesan las ventanas.
Resumen
I. Exposición al sol y bronceado
Los melanocitos se encuentran en nuestras células y producen constantemente melanina, que son pigmentos biológicos que caracterizarán nuestro color de piel, cabello y ojos.
El sol estimulará este proceso produciendo aún más melanina que se liberará en las células de la piel, que la colorearán proporcionándole un bronceado.
Los UVA provocarán inicialmente una “pigmentación inmediata” que proporciona un bronceado rápido pero efímero. Unos días más tarde aparecerá la llamada pigmentación retardada, la del bronceado. Este último alcanza su máximo después de 20 días.
Durante este tiempo la piel se espesa. Se trata de una reacción natural destinada a protegernos del sol. Sin embargo, tenga cuidado, este engrosamiento no proporciona una protección suficiente.
¿Cómo preparar tu piel para el sol del verano?
Momento ideal para broncearse
Para obtener un bronceado óptimo minimizando riesgos, se recomienda exponerse al sol fuera de las horas más calurosas del día. De hecho, entre las 10 y las 16 horas, los rayos UV son los más intensos y, por tanto, los más peligrosos.
¿Cuánto tiempo para un bronceado óptimo?
El tiempo de exposición ideal varía según el tipo de piel. Para pieles claras, se recomienda no exceder de 15 a 20 minutos de exposición directa al día. Para tonos de piel más oscuros, esta duración puede aumentar ligeramente, pero aún así es fundamental no exagerar para evitar quemaduras solares y daños a largo plazo.
II. Quemaduras de sol: una realidad
En caso de exposición excesiva, los rayos UVA y UVB dañarán nuestra piel y crearán un eritema solar, más comúnmente llamado "quemadura solar".
Alcanza su máxima intensidad al cabo de 24 horas aproximadamente. No se trata de una auténtica quemadura sino de una reacción inflamatoria de las células.
De hecho, los rayos UVB destruyen nuestras células, lo que provoca enrojecimiento. Luego las células se desprenden y pelamos.
El pelado es muy arriesgado porque estas células tienen un alto potencial de transformación cancerosa.
Cada vez que la piel se expone a los rayos UV y se broncea o se quema, cada una de sus células se altera, así como el ADN. Aunque la piel puede reparar daños superficiales como las quemaduras solares, el daño a las células de la piel y al ADN permanece.
Los peligros de la sobreexposición
La sobreexposición al sol puede tener graves consecuencias para la piel. Además de las quemaduras solares, puede causar daños a largo plazo, como envejecimiento prematuro, manchas de la edad y un mayor riesgo de cáncer de piel. Por tanto, es fundamental protegerse adecuadamente y limitar el tiempo de exposición al sol.
III. Envejecimiento actínico: riesgos asociados
El envejecimiento debido al sol es un envejecimiento diferente al envejecimiento cronológico. La primera diferencia es que induce el envejecimiento prematuro.
Además, el envejecimiento debido al sol es completamente desestructurado: las arrugas aparecen de forma totalmente anárquica donde el envejecimiento cronológico intensificaría primero las líneas de expresión y luego las debidas a la flacidez de la piel.
Las arrugas son más profundas y numerosas, la piel pierde rápidamente su elasticidad. También aparecen manchas de pigmento.
Las consecuencias y sus causas.
El envejecimiento actínico es causado por la exposición prolongada a los rayos UV, que dañan las fibras de colágeno y elastina de la piel. Esto provoca una pérdida de firmeza y elasticidad, así como la aparición de arrugas profundas y manchas de la edad. Los radicales libres generados por los rayos UV también juegan un papel clave en este proceso de envejecimiento prematuro.
IV. Vitamina D: una aliada del sol
El sol también es un aliado. Permite, entre otras cosas, la síntesis de vitamina D, que a menudo es defectuosa, incluso en latitudes favorables. La vitamina D es en realidad una hormona y no una vitamina.
Desempeña un papel determinante en muchas reacciones metabólicas, particularmente en enfermedades autoinmunes. Además, los últimos estudios tienden a demostrar que la suplementación con vitamina D en dosis superiores a las recomendadas habitualmente tendría efectos beneficiosos sobre enfermedades como el vitíligo, la psoriasis, la esclerosis múltiple, la covid y muchas otras. Aunque la dosis recomendada actualmente es de 600 a 800 ui por día, finalmente se incrementaría.
Hoy en día, las nuevas recomendaciones se acercan más a los resultados obtenidos tras 20 minutos de exposición diaria, brazos y piernas desnudos y sin filtro de protección solar, lo que correspondería a 10.000 ui. Tenga en cuenta que no se puede aumentar la dosis sin el consejo de un médico.
A. Buen momento para beneficiarse de ello
Para maximizar la síntesis de vitamina D, se recomienda exponerse al sol durante las horas en las que los rayos UVB son más efectivos, es decir entre las 11 y las 15 horas. Sin embargo, es fundamental hacerlo de forma moderada y protegida para evitar el riesgo de quemaduras solares y daños en la piel.
1. Duración recomendada para una síntesis óptima
La duración de la exposición necesaria para una síntesis óptima de vitamina D varía según varios factores, incluido el tipo de piel, la edad y la latitud. En general, para la mayoría de las personas es suficiente de 10 a 30 minutos de exposición, dos o tres veces por semana. Es importante no utilizar protector solar durante este corto período para permitir que los rayos UVB penetren en la piel.
V. Exposición al sol: nuestras soluciones específicas
Invierno: protege tu piel con un factor de protección mínimo 25-30 que renuevas a lo largo del día. Tenga cuidado al viajar en ciudad/coche y protéjase detrás de las ventanillas.
En días lluviosos o grises, recuerda que los rayos del sol atraviesan las nubes que sólo filtran el 50% de los rayos ultravioleta. Así que tenga cuidado con el clima brumoso y aparentemente sin sol.
En primavera, prepara tu piel para el sol exfoliándola para regenerarla y crear una base saludable. Aumenta el factor de protección de tu crema solar para responder a los nuevos días soleados.
Hidrata tu piel al máximo para asegurar una perfecta salud y oblígate a beber. Prepara tu piel para el sol utilizando el D-LAB Active Sun Complex que te permite broncear tu cutis sin sol, mientras preparas la piel para el bronceado.
Rico en antioxidantes y antirradicales libres, este tratamiento realzará tu piel a la vez que le aportará todos los elementos necesarios para aumentar su resistencia y así protegerla mejor.
Durante el verano será muy recomendable un índice 50 con protección UVA de amplio espectro. Asegúrate de renovar tu crema cada dos horas como máximo y favorece siempre los filtros 100% naturales para ti y nuestro entorno.
Incluso con protector solar, evite tomar el sol y use un sombrero de ala ancha durante sus distintos viajes.
El Dúo Radiance-Total reúne el Sun Complex y el Soothed Skin Complex para intensificar el bronceado y aportar a la piel una protección total contra los daños solares.
En particular, encontramos en Soothed Skin Complex un extracto de melón microencapsulado titulado en SOD. La SOD juega un papel esencial en la prevención del estrés oxidativo y además ofrece una protección muy alta contra el daño de los rayos UV, lo que la convierte en un gran aliado en verano. De esta forma, proporcionarás a tu piel una mejor resistencia a los rayos ultravioleta y a las quemaduras solares, al tiempo que reducirás la inflamación debida a los rayos UV.
En otoño es el momento de la irrupción de los cogollos. De hecho, para protegerse de los rayos UV, la piel se defiende del ataque del sol engrosándose. Este exceso crea una obstrucción del orificio de las glándulas sebáceas y da lugar a microquistes y otros comedones inflamados.
Cuando ya no esté expuesta al sol, la piel volverá a afinarse para volver a su forma original. Ahí es cuando las cosas se complican y revelan la acumulación. Será necesaria una exfoliación suave y el Programa Piel Perfecta permitirá un restablecimiento completo de tu piel a través de su desintoxicación y regeneración.